Hombre y Mujer Agentes Cyborg Cybernéticos levitando en el espacio indefinido de una galaxia de 1801, uno de espaldas a la otra unidos presuntamente por el fistro duodenal elevado a infinito a la postura del Gran Chiquito de la Calzada No puedorrr No puedorrr... ¡Cobaaaarde Pecadoooorrrr!.
El Supremo Gran Rostro Grueso Intestinal Humanoide auto gestionado y autogestado al unísono, utilizando su rayo mental tractor sobre un planeta asteroide pepinoide y este contrarrestando el ataque con su sofisticado artefacto visionario, más irremediablemente condenado a su derrota. Resumiendo y siendo así el título: “Tragantus, el devorador de pepinillos celestiales”. (Nota aclaratoria del Autor para que no haya posibles interpretaciones ambiguas de la presente creación: Aunque me guste El Show de La Pantera Rosa y su sugerente canción, yo no soy ni marica ni maricón.)
Parrafada de Título a título explicativo: Aparato tecnológico consistente en un botijo-computador cuántico con carcasa de metal contrachapado y con un sistema de refrigeración líquida por agua, una jeringa con un líquido amarillo amniótico genéticamente modificado y en el sumergido un chip que, junto a una antena paraboinica aislante externa y autogeneradora de rayos negros y materia oscura, más un cúmulo de óvulos negros autofecundados y esparcidos al azar, también modificados genéticamente y siendo el resultado grandes globóvulos, claro, y obtenidos de las mujeres negras, porque de ellas venimos todos y todas, combinamos sobre una gran megaplaqueta de laboratorio en forma de la tabla de surf del personaje de cómic y surcador espacial Estela Plateada, el Heraldo de Galactus, siendo éste el devorador de mundos. Pues como iba diciendo, todo esto combinado y mezclado da como resultado una similitud a lo que vendría a ser como las multiplicaciones de los panes y los peces de Jesucristo según la Biblia pero sin milagro, todo por generación espontánea, o sea, la multiplicación de memoria, procreación y fisiofusión entre cerebro humano activo y el microchip, aumentando la capacidad de procesamiento y por lo tanto de conocimiento del botijo ordenador cuántico, todo esto aderezado y con attrezo de múltiples chips, rayos y centellas, óvulos de negrazas, eyaculación precoz en negativo visual por el pitorro del susodicho botijo, que de nada sirve pero algún hueco llena... y toda esta amalgama de despropósitos deliriosos se recombinan en el Cibörgtijo, formándose en su interior de una parte humana y una parte máquina combinada, compleja y puntera, una creación y una entidad ni mucho menos tan simple como el mecanismo de un botijo... Y algo de inteligencia artificial diferente a lo habitual tiene que tener un humilde servidor metida en la mollera para poder parir semejante obra de arte degenerado neuronal localizado, por llamarla de alguna manera, digo yo...
Autorretrato de Autorretratado años ha como la Anunciación de la ascensión y purificación de la alucinación de doña Asunción después de hecharle tinto al porrón y a su complementario copón en su forma herética-hetílica vaporizada sin faltarle un hervor por cocción de la olla que se te va, coaccionada por el fuego al rojo vivo y coleando coles con base de caldo de pollo tomatero ensimismado en si mismo y a su pesar bastante espeso para el gusto en general y para alguno propio en particular, y es que cuando quede en su punto esto no va a ver quien se lo trague. Cambio y corto. Y punto.